Friday, December 23, 2005

Reorganización

Con esto del mundial, están todos dispersos, pero bue, nunca está de más tratar de despertar a algunos, aunque, ¿no hay que ser demasiado ignorante para no descubrir lo que está pasando? Bah, tal vez es el miedo, pero “ya me rompe mucho las pelotas la frase [algo habrá hecho]. Lo único digno de aplauso, últimamente, son las señoras que marchan en silencio y rodean la plaza, como si cada vuelta apretara más el cuello de los generales...Ojalá, no terminen como casi todos los que les hacen frente. Mierda! ¿Quién es a esta hora? Raro, son más de las diez...¿quién viene a...? No lo creo, ¿a mi también? Soy sólo un cronista de poca monta, pero igual me llevan en el asiento de atrás, ya tengo sangre en la cara y me duele un poco la cabeza. No forcejeo, sé que es inútil, que no me a salvar de nada, sé que las cartas ya están echadas y la mano no viene buena....Llegamos, me ponen a la fuerza dentro de una improvisada celda que no tiene siquiera un colchón. Lo veo, el pendejo se ríe con aires de superado, cree que está en el bando correcto, y me patea las costillas con sádico gusto. Por fin, se cansó, pero estoy demasiado débil para sentir alivio alguno, sólo me desmayo, y no sueño.

Ya es de día, o eso sugiere la luz del sol que se refleja en la pequeña ventana de esta pocilga...Pienso en la cuidad, ese hormiguero en el que nadie se dará cuenta que falto, excepto mi familia, condenada a no poder pelear con esa gente. Somos bastantes, parece que estos tipos no están dispuestos a dejar que ninguna opinión disienta con ellos...Se escucha, lejos, en la radio, que vamos ganando seis a cero, que el partido ya termina, y clasificamos a las etapas de eliminación directa. El nombre le viene bien a esto, que es bastante directo...Me sacan de acá, pero sé que voy a volver en un rato. Ahora el pendejo de anoche está acompañado por un veterano, que parece de alto rango. Mientras me piden nombres de mis “cómplices” me dan otra paliza más digna de circo romano que de ésta época; pero no voy a pronunciar ni una palabra, no voy a hablar con ellos...palabras más, palabras menos, el destino ya está escrito.

Pasan algunos días, se hace difícil medir el tiempo en este lugar, a veces espero despertarme y haber soñado, pero ya me han hecho saber que es real, y con argumentos más fuertes que un pellizco.

“Mientras tanto, a una de las más importantes oficinas de Casa de Gobierno, llega una carta de una mujer que dice ser hermana de un periodista que no aparece hace alguno días; el general la miran con desdén y revisa una lista a la derecha de su escritorio. Con gesto adusto, escribe: [Srita. Giménez: no tenemos ningún registro de detención o de ningún acontecimiento ocurrido a uan persona con el nombre de su hermano...] Bla, bla, una mentira una mentira después de tantas otras y antes de muchas más...

Nos llevan al patio, nos hacen desnudarnos y formas en fila, entre tanto, ríen como nenes de primaria. Nos apuntan, cargan los fusiles, y se escucha el ruido sordo, metal contra metal, nada más. Ríen de vuelta a carcajadas; a mi lado un hombre avejentado llora y vomita, yo ya no sé que pensar, que sentir, esperaba que esto fuera más rápido. Nos vestimos otra vez, entramos a nuestras “habitaciones”, poco dignas del peor hotelucho que haya visto.

“En la plaza, las señoras dan una vuelta más, en una estrangulación que no se materializa y lloran, rezan, quieren saber dónde están sus hijos...Se suma una más joven, que llora a su hermano. [Roberto, ¿Dónde estás? ¿qué te pasó? ¿qué te hicieron?]”
La radio a todo volumen, hoy es la final, y parece que la jugamos. No me sorprendería que controlen eso también, que ganemos a cualquier costo; éstos vienen ganando así desde el comienzo ...Gol, estamos cerca, se escuchan los gritos de la gente que debe estar en las tribunas...Es gracioso, hacía mucho que no andaba por el Monumental, ni por el barrio donde crecí. Nos sacan de nuevo al patio, ésta vez son más que la anterior, y ya festejan un campeonato, se les ven en los ojos las ganas de un banquete, de un festejo que otros harían con fuegos artificiales...Preparan los fusiles y se relamen, ya se sienten ganadores, Se escucha un nuevo griterío mientras volvemos a hacer la fila...Miro al pendejo a los ojos, no tengo miedo, me apunta, esta vez no le sale sonreír, él si tiene miedo..

Se escucha la primer bocina , y la primer explosión en la cuidad. Acá, como un ametralla, las armas detonan una a la vez, con una coordinación notable...Duele, y mucho, podría haber apuntado a la cabeza y ya, pero prefiere que sufra...Me pisa el pecho, justo en la herida, me dice [Ganamos]...Ganaron.
“En la plaza, una vuelta más, y aún respiran”

Wednesday, December 21, 2005

Civilización

El viento sopla, frío y avecinando a la lluvia, las calles están desiertas y no hay un alma que se apiade de este cuerpo. Mis ropas son sólo harapos, sobras maltrechas de gente que duerme abrigada esta noche en sus casas. La ciudad no ofrece refugio alguno de la tormenta cada vez más cercana, prometiendo hostilidad. Puedo pensar mil razones que me han depositado hoy en este lugar, en esta marginalidad. Puedo remontarme a aquellos años en que llegaron a éstas tierras emisarios del Viejo Mundo, y cayeron sobre mis ancestros los pesares de la esclavitud., la pobreza, la tristeza... También puedo decir que mi familia no existe, que fui abandonado a mi suerte, que he debido vender mi cuerpo por un poco de comida, que tuve que robar y soporté ser robado, aún teniendo nada...O echarle la culpa a mi ignorancia, a mi analfabetismo, a mis pocas posibilidades de tener una vida...El agua cae, helada.
Soy un error del sistema, un resultado de la exclusión o una simple estadística, no importa el nombre que le pongamos al NO SER. Soy un niño, un pibe, un chico, un pequeño, sin embargono hay nadie que se digne siquiera a mirarme. Los pies mojados se me congelan por el viento, tirito. A veces, sueño con despertar y ver a una madre que me sonría y me dé los buenos días; otras, sólo con evitar el sufrimiento, la enfermedad, las miradas acusadoras. Me siento en el umbral de una casa bonita. Pienso en quién es más incivilizado, el que no fue a la escuela o el que no administra de manera igualitaria una tierra donde NADIE debería tener hambre. Comienzo a toser, me acuesto en posición fetal para tratar de calentarme. Pasa un hombre, corre a resguardarse, lo veo mirarme como a un saco de basura, como a un animal. Lloro una vez más, no tengo a nadie, no busco a nadie, no pertenezco... No comí en todo el día, hoy no hubo, por la tormenta, ningún residuo de comida rápida, ni siquiera una migaja...Empiezo a ver la luz, me desconcierto, ¿ya amanece?. Pero no, es apenas pasada la medianoche; intento ponerme de pie, imposible, algo no me deja mover el cuerpo, algo me taladra el pecho, algo me hunde en un sueño profundo. Veo, hace un tiempo, al policía disparando contra mis padres, y a mí escondido bajo la cama, mirando sus ojos vacíos, su rostro gélido...Veo a la gente que pasa sólo a mirar y deleitarse ante el morboso espectáculo, nadie hace nada por ayudarme a parar el llanto...
Veo, no veo nada, se cierne un manto oscuro sobre mí, llega mi única amiga, con su dignidad inexorable, a cosechar a uno más...Gracias, me salvas.

"Al día siguiente, se ven sólo rastros de que la tormenta ha durado toda la noche, una mujer abre la puerta de su casa y descubre con horror a un niño de unos 10 años sobre su vereda; lo patea para despertarlo y echarlo de allí, pero no tarda en darse cuenta de que está muerto... [Uno menos], piensa, y se apresura a llamar a la comisaría más cercana.
El policía baja del auto, con la bolsa de color negro en su mano derecha, y con esos ojos vacíos, ese rostro gélido, mete al niño dentro. Lo carga en el baúl mientras la señora agradece con una gran sonrisa. Veinte minutos más tarde, la bolsa negra descansa en una montaña del basurero municipal, el policía ríe mientras golpea e insulta a un joven con apariencia de ladronzuelo y la señora compra otro artículo inservible en la tienda de la esquina, a un hombre que recuerda haber visto un bulto en el umbral de la casa durante la tormenta de la madrugada..."

Wednesday, December 14, 2005

Sangre y filos...

Soy, para todos, una especie de fantasma, de los inofensivos, esos que no auguran nada, ni buscan almas que cosechar, ni siquiera buscan lugares desde los cuales, agazapados, atacar la monotonía del día...Pero hoy, hoy amaneció distinto, nublado a pesar del sol que quiebra el asfalto, hoy se dieron cuenta de que los esperaba la peor de las condenas: la culpa, esa roca en el estómago y en el alma, que nos hace gritar a los cuatro vientos el resultado de nuestras miserias, todos los pecados que acumulamos en este préstamo de minutos que llamamos vida, todos los "y si..." y los "si no hubiera...", todo el veneno que nos come por dentro en este mundo que está sentado sobre su cabeza...Hoy vieron el río alejándose de la tela, el agua que nos mueve hacía olas en el cuadrilátero, y las lágrimas de los que nunca me notaban corrieron; fue así, la venganza más dulce, la que uno no puede ver (lamentablemente), la que uno prepara tan minuciosamente...Y mañana, llevarán el traje de madera hacia el bosque desolado de los que (dicen) no tienen esperanza...Ignorantes, hubo más esperanza (y la hay) en las venas que empujaron el torrente hacia el suelo, que la que jamás tendrán en su vida...Ilusos